lunes, 10 de septiembre de 2012

Córdoba, la isla neoliberal


Mestre-De la Sota, un acuerdo preelectoral, una peligrosa combinación transversal derecha –liberal, en constante provocación al consenso social. Los cordobeses padecemos un presente singular y particular, ante este foquismo de derecha-liberal, que ni en el primer año a podido disimular sus verdaderos y eternos intereses. Los resultados evidentes, desde el comienzo de sendas gestiones, lo demuestran. 
Hoy no se comprende, que ni sus aliados le den crédito a ninguno de los dos (oligarquía, terratenientes, grandes propietarios, empresarios, comerciantes y demás vividores del sistema), entonces no queda otra que apuntar directamente al bolsillo del ciudadano, ejercer el poder y la violencia de estado, sobre cada ciudadano en particular, antes que, por ejemplo, actualizar el impuesto al campo y a las grandes superficies, recortar subsidios, expropiar, recortar gastos superfluos, en fin: gestionar. Se toman estas medidas antipopulares que uno se pregunta a dónde conducen, porque los réditos políticos negativos los pagan ambas administraciones y eso no redunda en votos a favor. ¿Cuál es el negocio entonces? Porque, se puede criticar al populismo y la demagogia para comprar votos, pero las decisiones de estas administraciones  (Macri incluido, que ni siquiera tuvo orgullo para retirar el dinero que le dio la nación) son: subir impuestos directos al bolsillo; multas, boletos más caros y peajes; vender servicios que resultan mas costosos; disminuir los “gastos” de insumos en salud, educación, transporte y ya que estamos, una "tasa vial". Sobre esto último nos quieren hacer comer el sapo de que es para obras viales, cuando la autopista Cordoba -Rosario llevo casi 40 años en hacerse. Hablan de igualar para arriba y difieren el pago a jubilados por 6 meses ¿? Pero la violencia institucional, no termina solo en las leyes y ventas del patrimonio, pareciera necesario una cuota de perversidad y entonces se renuevan concesiones de líneas de colectivos, de puestos de peajes con sus subsidios correspondientes, se crean institutos para tareas que son propias de la administración, se renuevan las exenciones impositivas a los dueños de los call centers, etc. Todos estos ejemplos dan ganancias a particulares, ni siquiera a las arcas del estado cordobés. Como el trabajo en negro en constructoras, ONGs, Fundaciones, gastos en publicidad y consultorias, contratados sin fin en todas las esferas laborales, y todo aquello que le podemos sumar desde nuestro entorno próximo. 
Hoy desde temprano empiezan a vallar la legislatura y la casa de Gobierno, es algo muy significativo, están atrincherados contra la voluntad, necesidad y consenso popular. Que extraña representatividad tenemos en la provincia! Habría que bucear históricamente, desde la cración de la Unicameral: ¿qué es de la oposición en el presente, qué se propone? ¿Hay algún argumento que nos convoque a una acción? ¿El nivel de crítica y de reconocimiento en las reinvindicaciones son realmente cívico-populares o aún siguen “bajándose” desde las terrazas de iluminados que interpretan la realidad y la regurgitan para que la comprendamos y rindamos honor a su sapiencia? 
El desgano y el desinteres, por un lado, son producto de la desinformación (o la información intencionada), pero también debemos asumir nuestra porción de falta de comunicación y reconocimiento con otros de que, "somos la mayoría y no ejercemos ese poder". Sostengo que no nos reconocemos en los reclamos porque el liberalismo es eficaz .Como sistema hace sentir que le interesa el individuo en su particularidad, y no a un sujeto colectivo (meritocracia, libre mercado, competencia). Pero goza de algunas paradojas, el sistema De la Sota-Mestre es corporativista en la posesión de los bienes y ejercicio del poder, e individualista en tanto reglas de ciudadanía, reconocimiento identitario y distribución de los recursos. De esta manera quien gobierna, se hace “dueño” de los recursos, instala un comando de gestión y administra la “empresa” estatal, a sus fines mercantiles y de clase, devolviendo favores y generando ganancias entre sus operadores. A los ciudadanos, nos es dificultoso hacer sentir la contundencia de nuestros reclamos, aunque exista un consenso tácito en muchos casos por lo irracional de algunas medidas. Lo interesante en la existencia de muchos colectivos y medios como las redes sociales, donde coincidimos y damos forma a nuestras necesidades, es que debemos asumir que nos sumamos como “particulares” y nos está faltando identificarnos colectivamente en contra de un modelo que es evidentemente corporativo. Y paradójicamente también tenemos que ponerle nombre y apellido a quienes están violentando la democracia y su enclenque representatividad. Hay que tener presente quienes son los que votan en contra de la voluntad popular, para cuando aparezcan en las próximas listas. Porque todos los que hoy apoyan con mano de yeso las medidas de estos días, tanto en la Municipalidad como en la Provincia, han demostrado no servir como representantes, . Y aunque parezca nimio este detalle, así se puede empezar a fracturar esa hegemonía. Pero por sobre todas las cosas, la urgente demanda del ciudadano es ocupar los lugares de encuentro en los barrios, los colegios, los lugares de trabajo, lugares de esparcimiento, etc. Buscar encontrarse con el otro y practicar la pluralidad y el consenso, para encontrar respuestas colectivas ante los embates del poder, ya que en la dialéctica de este desarrollo, nos vamos a encontrar que ese corporativismo es en esencia la suma de intereses particulares, y ese es su Aquiles. Porque al caer Meste- De la Sota, cae toda la clasue de comegratis, ya que a su vez ellos son las marionetas de aquellos que hoy no le quieren prestar dinero, porque saben que su destino esta marcado. 
Necesitamos ser creativos, ya no se puede “arar el porvenir con viejos bueyes”. Algunos sindicalistas, funcionarios, periodistas y otros referentes, son basta prueba de que necesitamos nuevas formas de propuestas y protestas que serán efectivas sólo si son producto de la construcción social, tanto en el respeto de las diferencias como en el compromiso por el cambio.

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